jueves, abril 12, 2007

Snif, snif....Este me dolió muchísimo


Este simpático viejito alado que tienen ante ustedes es (o mejor dicho, era) Kurt Vonnegut. Checando los diarios me acabo de enterar que ha fallecido (aquí va la nota para que se enteren) Tenía 84 años hasta hace unas horas.

Cínico, sarcástico, original, único, pesimista, genio... estas fueron algunas de las etiquetas que se le dieron a un hombre que no le gustaban las etiquetas... y es que Vonnegut siempre se resistió a la etiqueta de ciencia ficción con la cual se le quiso encasillar a su carerra y su obra...

En lo particular, les recomiendo Matadero Cinco, uno de sus libros más emblemáticos. Este se puede conseguir en casi cualquier lado, y si no lo encuentran, pueden pedírmelo prestado, con gusto se los proporcionaré... lo importante es que lo lean.

A modo de servicio memorial, les ofrezco dos artículos escritos por uno de los más destacados seguidores del trabajo de Vonnegut que conozco: Bernardo Fernández. El primero lo reproduzco a continuación, y el segundo lo pueden leer aquí.

Escritura creativa, al incomparable estilacho de Kurt Vonnegut.

Gracias a la generosidad de mi tocayo, Bernardo Jáuregui, hace poco pude hacerme de varios libros que había buscado sin mucho éxito.

(Entre paréntesis, ¿alguien sabe dónde hay una buena librería en inglés en la ciudad de México? No los Sanborn's, que sólo tienen best-sellers o las American Book Store, que manejan casi puro libro de texto.)

El caso es que entre otras cosas, Bernardo me mandó desde El Paso una edición en inglés de Vineland, de Thomas Pynchon, que nunca he podido acabar de leer en español (por la horrible traducción de Tusquets), dos novelas de Steven Millhauser y...

(Fanfarrias)

Bagombo Snuff Box, antología de cuentos de Kurt Vonnegut.

(Quien es, creo que ya lo he dicho, mi escritor favorito).

El libro compila sus cuentos publicados en el extinto circuito de revistas gringas que solía publicar narrativa breve. El propio autor cuenta que en su juventud, en benditos tiempos previos a la televisión, había toneladas de material impreso que era consumido por las grandes masas (este mismo fue el pináculo de la industria de los cómics y de las revistas pulp).

Un escritor tenía todo un gigantesco mercado al cual vender su material y vivir, literalmente, del cuento.

Hoy en día, ese ecosistema editorial ha desaparecido.

Los cuentos recopilados en el libro son aquéllos que K.V. vendió para mantener a su familia en los inicios de su carrera. Él mismo dice no estar muy orgulloso de ellos (los que realmente le gustaban se compilaron desde hace años en un libro llamado Wellcome to the Monkey House).

Como quien dice, se trata de un libro para clavados de don Kurt. Sin embargo, en su prólogo, el autor nos regala, sintético como siempre, lo que el llama Creative Writing 101 o lo que es lo mismo, un curso intensivo de narrativa.

Con perdón de los derechos de autor correspondientes, se los comparto a continuación:

1. Use the time of a total stranger in such a way that he or she will not feel the time was wasted.

2. Give the reader at least one character he or she can root for.

3. Every character should want something, even if it is only a glass of water.

4. Every sentence must do one of two things: reveal character or advance the action.

5. Start as close to the end as possible.

6. Be a sadist. No matter sweet and innocent your leading characters, make awful things happen to them? in order that the reader may see what they are made of.

7. Write to please just one person. If you open a window and make love to the world, so to speak, your story will get pneumonia.

8. Give your readers as much information as possible as soon as possible. To heck with suspense. Readers should have such complete understanding of what is going on, where and why, that they could finish the story themselves, should cockroaches eat the last few pages.

The greatest American short story writer of my generation was Flannery O'Connor (1925-1964). She broke practically every one of my rules but the first. Great writers tend to do that.

Con la correspondiente traducción simultánea:

1. Utiliza el tiempo de un perfecto desconocido de manera que ella o él no sienta que lo desperdició.

2. Dale al lector al menos un personaje con el que se pueda identificar.

3. Todo personaje debe desear algo, aunque sea un vaso de agua.

4. Cada oración debe hacer una de dos cosas: revelar al personaje o avanzar en la acción.

5. Inicia tan cerca del final como sea posible.

6. Sé sádico. No importa cuán dulces e inocentes sean tus protagonistas, haz que les pasen cosas horrendas para que el lector pueda ver de qué están hechos.

7. Escribe para complacer a una sola persona. Si abres la ventana y le haces el amor al mundo, por así decirlo, a tu historia le dará pulmonía.

8. Dale a tus lectores toda la información que sea posible lo más pronto que se pueda. Al diablo con el suspenso. Los lectores deberían tener completa comprensión de lo que está sucediendo, dónde y por qué, para que puedan acabar la historia ellos mismo en caso de que las cucarachas se coman las últimas páginas.

La más grande cuentista norteamericana de mi generación fue Flannery O'Connor (1925-1964). Ella rompió prácticamente cada una de mis reglas excepto la primera. Los grandes escritores tienden a hacer eso.

Oh, boy.

Descansa en paz, Kurt.

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